lunes, 29 de abril de 2013

Otro tren perdido. (Colaboración de Borja Urtiaga Sales).


El FMI dice que empieza a estar contento con las medidas realizadas por el gobierno español. Igual deberían preguntarnos a los ciudadanos que nos parecen. El viernes por la tarde, el gobierno perdió, una vez más,  otra oportunidad para cambiar el rumbo de esta situación. Porque los problemas siguen estando ahí. ¿De verdad creen que así saldremos de esta? La gente podía imaginarse que sería un viernes parecido a los anteriores, en el que las medidas principales serian a cuenta del ciudadano, no del Estado. Entiendo perfectamente que haya que satisfacer a los mercados, necesitamos su confianza y sus inversiones pero no solo deliberadamente con el esfuerzo de los ciudadanos.

Todos los días nos hablan de datos, prima de riesgo, valores bursátiles, deuda, gasto publico… Un sinfín numérico del que dependen nuestras vidas. Hasta hace poco no sabíamos que jugamos a un juego con unas normas, ha habido un tiempo en el que no las hemos cumplido y ahora nos están haciendo cumplir unas más duras. Solo puedo darle parte de la razón en dos cosas a este gobierno: Una es la herencia recibida, a todos nos gustaría que hubiera sido mejor si, pero ahí estaba y no puede ser una excusa. La segunda es que de semejante agujero no saldremos en cuatro días, eso también está claro, pero cuanto antes se afronte la situación y sus soluciones, antes saldremos de esta.

No soy economista, ni falta me hace para saber que no puedo gastarme más dinero del que tengo, porque si no deberé y me lo reclamaran. También sé que si no hay empleo, no se genera riqueza. Entonces me vuelve a surgir otra pregunta ¿Por qué se permite? Esta semana hemos conocido la infame cifra del paro, 6.202.700 personas sin trabajo ni esperanza alguna. En España solo trabajan 16.6 millones de personas para 47 que somos en total. ¿Es sostenible esta cifra? Me parece imposible del todo que un país pueda funcionar con semejantes cifras. A todo esto habría que añadir la exportación de talentos que estamos dejando escapar y esto es un precio que acabaremos pagando caro. Y lo peor es que según va pasando el tiempo cada vez se alarga más en el horizonte la fecha ansiada, la de la recuperación, quizás deberían pensar que algo falla. Sobre todo porque saben la verdad de la situación, el nivel de putrefacción de las cuentas, conocen los datos y la opinión de los ciudadanos, algo a lo que siguen haciendo caso omiso, aun siendo un gobierno elegido por mayoría absoluta y que a día de hoy habría que ver cuantos escaños sacarían teniendo en cuenta que el principal partido de la oposición aún no sabe dónde está, ni quien es su líder, ni cuáles son las soluciones que no se atrevieron a cometer en su día ni hoy si pudieran.

Estamos sufriendo varias crisis al mismo tiempo, económica, política, de valores… Era el momento de darle la vuelta a todo, la hora de los valientes, no de las medias tintas. Cuando se llega a una situación como esta hay que gobernar de otra manera a como se ha hecho para no volver a caer en los mismos errores. La gente ha perdido la esperanza y la oportunidad de prosperar porque ya son varios los trenes perdidos y cada vez es más difícil llegar a la meta. Parece que se han olvidado que el bien más preciado de España somos los españoles.




Borja Urtiaga Sales                                                                                                                                                                     @Burti_

miércoles, 24 de abril de 2013

A la deriva.


En los últimos tiempos, estamos asistiendo al deterioro de la instituciones; cuando una nación como la nuestra que sufre una gran crisis, todo el sistema entra en una descomposición. Muchos pretenden maniobrar para destrozar el Ordenamiento Actual, pretenden el derribo del Sistema, implantan la insumisión, la desobediencia, el acoso y la vejación, conculcan las libertades, el derecho personal y la intimidad individual, intentando imponer el desorden y el libertinaje. Las cosas no marchan, no funcionan y se extiende la putrefacción de la partitocracracia, creciendo el malestar, el descontento y el disgusto social, se siente el repudio que existe cada vez en mayores cantidades hacia la política y el rechazo del status jurídico y político  la política no puede ya ser la misma y la gente lo sabe, se da cuenta. Bien lo dice, V. Prego: “No solo se tambalea la Monarquía, sino que peligra la Constitución. No es admisible que el Estado de Derecho se instale en el continuo callar y ceder. Ello equivale al mismísimo hundimiento del sistema, porque, si se rompe la ley sin sanctión una sola vez, se rompe el ordenamiento entero. El Estado debe cumplir sin titubear su función y razón de ser. El Gobierno tiene la obligación de velar y hacer cumplir las leyes, está para garantizar los derechos elementales de los ciudadanos”. 

Quebranto, en el que están los gobernantes nacionalistas y de la mano con los colegios que obedecen sus consignas; con el titulillo de cumplir la “voluntat del poble”, desobedecen y desprecian abiertamente las leyes, presionan al gobierno central, y éste, ingenuo, durante décadas, los mantiene y les da dinero, con los que ocultar sus miserias. Al día siguiente de que el TSJ Catalán instara a la Generalidad a equiparar el Castellano y el Catalán, el Parlament de Cataluña, rechazó una moción de Ciutadans en la que se solicitaba que ambas lenguas se usen en la escuela de forma “equilibrada y suficiente”. El Govern expresó su rechazo a obedecer a los jueces y los dirigentes escolares hicieron por su parte, un llamamiento a la insumisión; todos los grupos políticos menos el autor de la moción se sumaron y escenificaron su estrategia de presentar batalla a Madrid. Lo mismo que escenificaron los tres parlamentarios de ERC en el Congreso de los Diputados, al autoexpulsarse representando la payasada de hablar en catalán en la Tribuna a sabiendas de la prohibición, pues la cooficialidad sólo es vigente en el seno de la Comunidad. A Albert Rivera, las CUP le organizaron un “escarnio”mayúsculo en un acto que tenían convocado. En estos embates, los sectores de la izquierda más radical aspiran a llegar al Parlamento por la presión callejera, las plataformas reparten consignas a socaire de la solidaridad, consignas de un claro matiz político, que se han convertido en un ariete fabuloso contra el Gobierno; agitan la bandera de la dación en pago para recusar el sistema; cargados de su incisiva intención ideológica, se las arreglan para convertir un problema grave en motivo de división, enfrentamiento y agresividad. 

La Junta Andaluza, expropiará viviendas, aprobó un Decreto-Ley  llamado de Medidas, por el que ha declarado la Función Social de la Vivienda; se sustenta en la filosofía totalitaria de que “utilidad individual y función social configuran unitariamente el contenido del derecho de propiedad”. Además de los EREs fraudulentos y de tener el enorme índice de paro, se han sacado el invento de la expropiación, que, no es nada más que un remedio teológico de la Liberación, es decir, “Apropiación”, no es otra cosa que un ataque al derecho de propiedad privada de pisos, para ellos darlos en alquiler a inquilinos que no pagan; justifica tal medida en su apreciación de que la propiedad tiene un límite, que es la ”función social”; la Junta Socialcomunista en Sevilla decide la función social adecuada para la propiedad ajena. Esta disposición exhala un alto cariz socializante, más del gusto soviético, que de los cauces económicos de nuestro mundo occidental; trata la sangría de los desahucios, pero se inserta en el discordante modo intervencionista y revolucionario. 

Así las cosas, los diferentes gobiernos asisten, en silencio al ataque al sistema y a numerosos derechos, no en el uso de las lenguas, sino en el cumplimiento de la legalidad. Ese amilanamiento y pasotismo durante años, es el que ha hecho posible que el Castellano se haya expulsado de la enseñanza catalana, que se dé el espectáculo de la confrontación, la escenificación de la ofensa, esa que claman recibir, para sacar dinero y ocultar sus errores y mangoneo y que se acose y denigre a gente del PP en su fuero interno. Hay que detener los acosos e inhabilitar a todo responsable que se niegue al cumplimiento de la ley de las resoluciones judiciales.

Según Felipe González, estamos en una “crisis institucional que galopa hacia la anarquía”. Anarquía y caos es lo que se está respirando en medio de este barullo y cabreo generalizada, de tanta gente en su sufrimiento. El Estado de Derecho tiene unas posibilidades máximas de defensa del ordenamiento jurídico y no tolera a nadie que trate de volar los cimientos de la legalidad. Los ciudadanos han de plegarse y cumplir el mandato judicial, no pueden declararse insumisos a los tribunales ni saltarse la ley y las sentencias a voluntad. 

lunes, 15 de abril de 2013

Vivimos malos tiempos.


Vivimos malos tiempos. Hay mucha gente esperando que escampe este temporal en el que llevamos años viviendo, que salga el sol, que brille el sol y que alumbre el azul puro del cielo; a lo mejor, el frío y la lluvia siguen por más tiempo, y el año continua cargado de chuzos y nubes. Nadie sabe nada. Aquí tal y como vemos las cosas no hay nada seguro, ni las lomas de enfrente, ni los euros en el banco, ni la casa a medio pagar, aunque la catalana, desahucie las de los del PP. Las cosas van tan mal en lo que va de 2013, que ya nos conformamos con tanta lluvia y un rayito de sol.
 
Y España es una corrala, o un patio de monipodio, que hoy con la enseñanza de la LOGSE, muchos de los jóvenes no sabrían lo que es: un patio de ladrones; es una balsa de mangantes, de colocados y enchufados en las distintas administraciones públicas en cantidades enormes. La corrupción nos desborda, se ha generalizado y no es que la gente vaya asumiéndola como inevitable, sino que se puede decir que ha sobrevenido el extremo de que la astucia dineraria y de las finanzas y se considera “un buen hacer”, algo meritorio, ser un tío listo; este fenómeno, cada día más abundante apunta a algo mucho peor, el hecho de que, en esta fase avanzada del capitalismo global, en que se ha perdido su valor y su sentido la ética y la moral social; lo cual nos esta llevando a constatar que estamos viviendo el fin de un ciclo de una era y que, con el siglo, ha comenzado la introducción de un nuevo orden de cosas, un nuevo sistema.
 
Desencanto y hartazgo han calado profundamente en los ánimos desilusionados y entristecidos de la ciudadanía española. Rajoy con su parsimonia, su pasividad, está perdiendo a una gran parte de sus mayoritarios votantes, por asuntos tan conocidos como los recortes, los impuestos y tanta obediencia a esos tétricos e insufribles dirigentes europeos. Y el paro sigue, y sigue subiendo, no cesa: las pobres criaturas que han perdido su empleo y no tienen manera de encontrarlo, y esa clase media trabajadora hundida y sometida al límite de su supervivencia, cuyas numerosas familias malviven en la pobreza o en sus umbrales. 

La imagen del Rey, padece un constante menoscabo y deterioro considerable por él mismo y por los otros, y ahí están también los que buscan la ruina de la Monarquía española, silenciando en su olvido la enorme trascendencia que tuvo en estos años de la Transición democrática, pues creen que en sus ansias de poder y componendas está la salvación; se ha imputado a la Infanta y se pontifica, se hacen juicios fútiles, populistas e interesados. La imputación en España ha perdido su carácter y ha llegado a dejar por el camino la idea de la presunción de inocencia. 

En general, los ánimos están más que enfurecidos, la indignación popular generalizada y en una constante efervescencia de millones de ciudadanos compungidos y preocupados por los rigores de la crisis y el abuso y mangoneo de los listillos encorbatados. Les pesan las desgraciadas víctimas de los desahucios, a lo que ha salido una plañidera catalana y sus adláteres que no sabemos, si persiguen las resoluciones de los bancos, derribar las casas de los políticos dirigentes del Partido Popular o fraguarse un prospero provenir con sus plataformas y su extrema izquierda; pesan los engañados y robados miserablemente por los sumideros de las preferentes, es todo ello campo propicio para la agitación por parte de los pescadores en el río revuelto y dramático, quieren las ventajas políticas para maniobrar, administrar influencias a sus hijos, amigos y simpatizantes y hacer negocios que conlleven el camino cargado de billetes a los nidos bancarios. Pesan los que a través de sus terminales mediáticas no ocultan prestar su ayuda a ciertos desclasados ambiciosos con un objetivo muy definido, el de derribar y eliminar del poder rápidamente a ‘estos energúmenos insensatos de centro derecha que se creen que pueden y deben conducir este gobierno legítimo y democrático sólo por haber ganado con mayoría unas elecciones’; están esos misioneros de demagogia insolente que intentan y pretenden camuflar como ayuda a los desposeídos, lo que no es más que su ropaje ideológico al servicio de sus intereses radicales y sus propios beneficios.

Gran parte de las fortunas españolas, según el ahora famoso y populista Miguel Ángel Revilla, están a recaudo en las refugios fiscales, que si estuvieran en nuestros bancos, España dejaría de tener esa enorme deuda que arrastra y la ahoga. Hoy, si no se tiene una cuenta secreta, se es un paria, un donnadie y un mindundi sin fuste en la vida; lo que se tenía por un delito se ha convertido en un relumbre de moda. Nadie quiere trabajar, se aspira a ser colocado político, muy juntito a las cajas y canjes del Erario, nadie quiere cumplir con sus obligaciones sociales, muchos trincan en cuanto pueden. 

Se cimbrea nuestro marco jurídico y político y así el futuro ya destruido por la profunda y terrible crisis económica y social, se diluye ennegrecido, a lo que se añade la amenaza secesionista que acosa. Sobra la agitación y propaganda, falta el servicio, el afán por el bien común y la entrega responsable a España. 

miércoles, 10 de abril de 2013

Margaret Thatcher y la derecha española.


En España hoy más que nunca es necesaria una Margaret Thatcher. Es más necesaria que lo que la propia Thatcher lo fue en aquella Inglaterra de los años 80, acomplejada, caótica y dominada por el mas absurdo y antidemocrático de los izquierdismos. Margaret Thatcher demostró que con menos Estado los hombres y mujeres son mas libres y prósperos y que las naciones, sin esa agobiante y pervertida tutela de los gobiernos de izquierdas, suelen por lo general ser más felices y ricas.

España padece esos mismos vicios que aquella Gran Bretaña que la “Dama de Hierro” transformó: demasiado Estado, arrogancia del poder, sindicatos sobredimensionados, partidos políticos sin controles democráticos, mentiras institucionalizadas, corrupción galopante, clientelismo, falta de libertades, marginación del ciudadano y desprecio del individuo frente a la masa.

La mayor y mejor contribución de la recién fallecida Margareth Thatcher a la política inglesa y universal fue hacer del Estado una institución con vocación al servicio del ciudadano, erradicando comportamientos que hacían del gobierno y de la clase política amos y señores de una ciudadanía inglesa del momento. Una ciudadanía que estaba devaluada y postergada.

La "dama de Hierro" cambió el enfoque y la esencia de los conservadores británicos. Pasando del acomplejamiento, que seguía las pautas de la socialdemocracia y se había convertido en intervencionista, estatalista y poco amiga de las libertades. Pasó a convencer a la derecha británica de que otra política, basada en menos Estado, mas libertad individual y menos tutela agobiante al ciudadano, era posible. 

En España, Rajoy se parece tantísimo al socialista Zapatero o incluso a veces lo supera, que tiene confundidos y desesperados a los ciudadanos y como a mi, a sus votantes, que se hace cada vez más necesario que llegue un liberal como lo fue en Gran Bretaña Margaret Thatcher, y que demuestre que el socialismo siempre fue una estafa y que existe una forma distinta y más libre de gobernar a un pueblo en democracia.


Sin la llegada de un nuevo líder liberal al más puro estilo “Thatcher”, la derecha y la misma España están perdidas porque tanto el PP como el PSOE no saben gobernar sin reprimir las libertades, sin marginar al ciudadano y practicando a diario vicios típicos de la izquierda, así como la mentira, el clientelismo, la arrogancia y la aniquilación del individuo frente a la sociedad y la muchedumbre difusa.

Aunque el Presidente Rajoy, como buen actor político y últimamente muy acostumbrado a mentir y simular, alabe la figura de la primera ministra británica fallecida, el sabe que la Thatcher no hubiera dado un penique por un político como él. Mariano es un personaje que pertenece, política y culturalmente, a aquella derecha británica que la Thatcher despreció y aniquiló, sustituyéndola por una derecha al servicio del ciudadano, no dueña y señora del Estado y de los ciudadanos, a los que trataba como siervos. Basta mirar el resultado de las ultimas y recientes encuestas del CIS y de organismos metroscópicos similares, con la corrupción pública como segundo gran problema y con los políticos como cuarta gran preocupación ciudadana de este país, para advertir de lo necesaria que resulta una “Dama de hierro” española que erradique la arrogancia, la corrupción y el poder sin controles cívicos, que vuelva a la derecha como un calcetín y que coloque al ciudadano en el centro del universo político, como establece la verdadera democracia.

A pesar del "mote" despectivo "Dama de Hierro", que le pusieron los comunistas, Margaret Thatcher era cien veces mas humana, decente, popular y demócrata que muchos de los políticos españoles como Zapatero y Rajoy, ni ella se hubiera puesto jamás al lado de los bancos y en contra de los ciudadanos, como han hecho sus "colegas" españoles, en el conflicto de las participaciones preferentes, una estafa practicada, con la indiferencia y hasta la "bendición" del Estado, contra decenas de miles de jubilados y pequeños ahorradores españoles, a los que les han robado sus ahorros, todo un "crimen" que ensuciará y degradará la política española por muchas décadas.